Esta original expedición partió del puerto de La Coruña en 1803 dirigida por el médico militares español Francisco Javier Balmis y con un objetivo absolutamente filantrópico: propagar en América y Filipinas la vacuna contra la viruela que acababa de descubrir en 1796 Jenner. Para ello, Balmis no dudó en dar la vuelta el mundo llevando consigo a ventidos huérfanos de La Coruña que fueron inoculados sucesivamente a lo largo del viaje para mantener vivo el virus vacunal. Uno de los datos curiosos de la expedición es que con ellos viajaba una mujer, caso raro en este tipo de expediciones. Era Isabel Sendales y Gómez, rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, cuya misión consistía en atender a los pequeños y, lo más importante, vigilar que no se rascaran las heridas para evitar cualquier contagio.
fue realmente una hazaña científica, además de un viaje lleno de penosas peripecias, por caminos intransitables en los que era preciso transportar a los niños a hombros de indígenas, con fricciones con las autoridades locales que no comprendían el objetivo de la misión, y en el que Balmis desarrolló un notable talento para la organización y para conseguir la colaboración de las instituciones civiles, militares y eclesiástica. Balmis, como todos los viajeros ilustrados de la época, aprovechó además el viaje para interesarse por los problemas de las comunidades locales, por la naturaleza que encontraba a su paso y por estudiar su posible aplicación terapéutica.
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